Otero en El Confital,
lava ardiente, suave alisio;
plata que azoguea en las aguas de la tranquila bahía.
Selene vela mi sueño.
Mientras, un cuervo hace nido entre mis pechos
sin perturbar mi reposo;
sus plumas rozan mis labios y
me despierto. No me asusta, lo acaricio.
También despierta el volcán.
los riscos se vuelven fuego;
se aquieta la brisa, enmudece el mar
y el astro se esconde.
Bajo las endrinas plumas
un cisne blanco aparece.
Bate alas jubiloso;
en un rapto apasionado me arrebata de mi roca.
Entre suspiros y besos
remontamos los celajes
hasta más allá del cielo
y de los mil paraísos.
Sorteamos meteoritos
esquivamos los cometas
recontamos las estrellas
y... volvimos a la Tierra.
Ahora,
la luna curiosa vuelve nácar tu dormido rostro
y la nueva Leda se extasía
mientras acaricia tus negros rizos.
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