martes, 26 de julio de 2011

"PLATINA" EN SU NUEVO HOGAR

¿Recuerdan a “Platina”, la gatita que me adoptó?
Pues se ha instalado en casa, después de traerla de la finca, como si hubiera estado toda una vida en ella.  No ha pedido permiso para nada.  Ha elegido los mejores sitios y se ha ubicado sin más.  Es sumamente educada, como si hubiera estado interna en un colegio de monjas.  Mi hija, que siempre me había advertido que no quería tratos con gatos después de la mala experiencia de una tía abuela cuya gata se volvió loca y arañó a la pobre mujer, ha sucumbido al encanto de esta minina juguetona, inteligente y mansa.  “Platina” se pasa el día buscándole las cosquillas para jugar y cuando la gata está tranquila es mi hija quien se las busca.  No tardó nada en aparecer una pelota de golf que guardaba entre los palos y se la dio.  ¡Para qué fue aquello!  En el campo de golf sería la estrella.  No hay quien domine la pelota como mi gata.
Es sorprendente la capacidad de adaptación de este pequeño animal  al pasar de un entorno a otro. Pero la verdad es que tampoco la diferencia es mucha.  La casa es grande, llena de recovecos la mar de atractivos para ella y además hay jardines y una huerta.  Esta última se ha convertido en su particular “Cirque du Soleil” donde se entrena en los saltos más inverosímiles de un naranjo a otro.  No hay muro que se le resista y pobre del ratoncito que entre en el recinto. 
Adora nuestra compañía pero sus ratos de ejercicios y entrenamiento no se los quita nadie. Nos suele regañar cuando regresamos de alguna salida como pidiendo cuentas de lo que hemos hecho, pero a los pocos minutos está pasando su lomo por nuestras piernas.  
Ahora nos hemos dado cuenta más que nunca de lo importante que es un animal de compañía para personas que viven solas o que pasan mucho tiempo trabajando en silencio.  El animal hace que su dueño le hable y juegue con él y eso estimula el cerebro sobremanera impidiendo que las personas, sobre todo las mayores olvide su vocabulario.
No es que no supiéramos esto porque siempre hemos tenido perros, aunque fuera de la casa porque son grandes.  El gato es más íntimo y siempre está cerca para que le hagan un mimo.  También es más fácil tenerlo en el interior.
La casa parece haberse llenado de gente con una pequeña gatita, ya que  cuando no le habla una le habla otra y así evitamos enmudecer.  Porque cuando se acaban las palabras se apaga el cerebro.     

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